Los jóvenes HOY
En la actualidad no existe “la juventud” como un actor uniforme. A diferencia de lo que sucedía hace 3 o 4 décadas atrás donde la juventud se caracterizaba por tener una fisonomía parecida, vestirse igual, escuchar la misma música y desenvolverse dentro de modelos referenciales semejantes, los jóvenes de hoy conforman un escenario donde “la diversidad” es la característica que trasciende.
Si algo determina a la juventud, es la heterogeneidad. Intereses variados, comportamientos distintos, prácticas culturales y estilos de vida con diferentes matices, con condiciones materiales distintas, conforman una trama plural como nunca se ha dado en la historia.
La diversidad se expresa en las ideologías pero mucho menos en los valores. Los hay más liberales, más progresistas, más moderados, más populistas, más o menos interesados en la política, pero en general, sus creencias son modernas en términos de igualdades de género, de derechos laborales respecto de la mujer y el hombre, de libertad de elección sexual, de expectativas en el campo del trabajo y el estudio, de adscripción a la defensa del medio ambiente y a nuevas lógicas de participación.
La época resignifica a los jóvenes de un modo que la sociedad adulta no se percata. La familiaridad con las nuevas tecnologías y la práctica frecuente con los Tics (en mayor o menor grado) ubica al segmento juvenil más cerca de la información y del conocimiento que en otros tiempos.
Los jóvenes de hoy están llenos de experiencias que otras generaciones no tuvieron. Acostumbrados a luchar por un puesto laboral, a diferenciar lo que los favorece y los desfavorece en el trabajo, a buscar alternativas para ubicarse en un mundo difícil para el ascenso social y a pensar en el futuro que les espera frente a una sociedad con muchas exigencias y menos posibilidades de realización confortable.
Siendo la juventud la etapa con más potencialidades en juego, los jóvenes no poseen, como ciudadanos, el lugar que se merecen y están escasamente contemplados en la discusión pública y en la toma de decisiones. El mundo adulto tiende a relegar a los jóvenes de los ámbitos en los que se determinan cuestiones que atañen a la vida pública o privada.
Los jóvenes en general demandan a través de sus manifestaciones, un deseo de visibilidad que la sociedad no les confiere. La sociedad los cataloga de “apáticos” cuando, en realidad, están más cerca de la idea de participación que los propios adultos.
LOS JOVENES Y LA POLITICA
Las grandes dificultades que plantea la inserción laboral, los magros ingresos, el trabajo en negro, la imposibilidad de llevar adelante proyectos que dependan de sus posibilidades económicas y de sostener a veces un estudio, de que se traten los temas que les interesa a los jóvenes, fomentan escasa satisfacción con el sistema democrático. No se repudia el sistema en si mismo pero se duda de su importancia para transformar la vida de las personas.
Los jóvenes tienden a descreer de las instituciones y de los políticos. La política esta distanciada de la idea de “gran cambio social” y en ese entorno imaginario no todos lo visualizan como un ámbito para encontrar respuestas y soluciones.
En este contexto la trascendencia del voto se ve afectada por la idea negativa de cierta inutilidad en su valor de cambio. El significado del voto se desdibuja como herramienta de “elección” (puedo elegir y puedo cambiar) para connotarse de un sentido más ligado a la manipulación (se benefician ellos). Sería algo así como una posibilidad para el candidato más que una posibilidad para el ciudadano. De allí que surjan dudas, deseos de no ir a votar, pensar en resultados estériles, etc.
Pero contrariamente a lo que se suele divulgar, muchos jóvenes mantienen deseos de participación activa. Por supuesto que se trata de participación en los ámbitos que les interesan, aquellos donde converjan intereses personales o grupales y tal vez no sea un partido político sino un espacio de desarrollo y oportunidades, tratase de deportes, de música, de ámbitos educativos, de espacios creativos o culturales, de redes de interacción social, etc. ( los que reflejan al siglo XXI) Lo que buscan, son evidencias de ser escuchados, tomados en cuenta, considerados en sus inquietudes e intereses y sobre todo, respetados en su singularidad.
Entonces, si se piensa en los jóvenes y la política, no se puede estar al margen de sus anhelos de integración, de realización personal y colectiva, de inserción en un mundo laboral que los contenga y “los respete”. La demanda de respeto es sobresaliente.
Los jóvenes, cuando de política se trata, temen ser manipulados, con lo cual están alerta frente a los mensajes que intentan convocarlos mediante recursos poco genuinos. No se trata de poner música de rock o vestirse informalmente. Para los jóvenes la política tiene que tener un sentido en el mundo de lo “cotidiano”, de lo que les sucede en el día a día. Tienen aspiraciones de corto plazo, no están centrados en grandes utopías pero piensas en el presente y en el futuro.
Saber qué significa la política, requiere poder “redefinirla” como una práctica donde cuenta la opinión de los ciudadanos y sus inquietudes, para correrla del imaginario donde sobresale como “un beneficio para los políticos”. La demanda que subyace en el discurso de muchos jóvenes, alude a considerar que hay un sujeto distinto y distintos sujetos en un gran escenario que se llama juventud. Los jóvenes aspiran a ser “comprendidos” y comprensión significa entender que el mundo de hoy es distinto.
Les interesan los problemas del país pero no les interesan los partidos políticos, confían más en las organizaciones no tradicionales, desinteresadas por el poder.
Dentro de esta lógica, en el ámbito político no encuentran referentes que los representen, que los identifiquen. En general, no perciben propuestas que se inspiren en aprender de los jóvenes, considerar su visión del mundo y respetar sus valores.
Mantienen la expectativa de un escenario que sea más deliberativo, que los incluya en sus demandas, que aplique un sentido pragmático, que atienda sus necesidades cotidianas y tenga objetivos concretos.
En este contexto, los temas que preocupan están muy ligados al ámbito laboral en primera instancia. Las condiciones laborales desfavorables, el trabajo precario, la discontinuidad… etc. forman parte de las demandas insatisfechas.
La educación es el otro punto álgido en medio de una sociedad que propone: más educación y menos acceso a empleo, más información y menos acceso a instancias de poder, mayor autonomía moral y menores opciones de autonomía material, entre otras.
A la luz de estos comentarios se podría sintetizar que la juventud es un reto para la política. Frente a las limitaciones y dificultades objetivas, los jóvenes aspiran a sentirse contemplados, a lograr niveles educativos más altos, se entusiasman con el mundo interconectado, no poseen una mirada conservadora y fundamentalmente no se resignan a quedar excluidos. Lo que buscan son formas que no incidan negativamente en su desarrollo. Los jóvenes buscan más equidad e inclusión y mantienen disposición a la participación, siempre que remita a ámbitos y formas no convencionales y estén dentro de una lógica que los refleje.